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EFE -
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que mañana cumple su 50 aniversario de existencia, fue creado como una agencia técnica y científica de la ONU, pero se ha convertido en uno de los principales instrumentos para el control internacional de armas de destrucción masiva.
Estados Unidos fue la última potencia nuclear en ratificar, el 29 de julio de 1957, los estatutos del OIEA, con lo que esta fecha es considerada hoy como el día fundacional del organismo, cuya sede se encuentra en Viena y donde trabajan unas 2.200 personas.
Un total de 144 países pertenecen al OIEA, que ha firmado un centenar de acuerdos de salvaguarda y verificación nuclear con sus estados miembros.
Más de 200 inspectores del OIEA, procedentes de 90 países, supervisan las actividades de unas mil instalaciones nucleares en los cinco continentes del planeta.
Sus actividades son financiadas con las aportaciones de los estados miembros y contribuciones voluntarias, con lo que el OIEA dispone de un presupuesto total de 270 millones de euros (unos 370 millones dólares).
Desde el final de la primera Guerra del Golfo en 1991 el OIEA ha intensificado su labor de evitar la proliferación nuclear y el abuso de la tecnología atómica, como ha sucedido con los controvertidos programas nucleares de Irak, Libia, Corea del Norte e Irán.
En Irak, los expertos del OIEA descubrieron que el entonces presidente Sadam Husein estaba trabajando en la fabricación de armas atómicas a espaldas de los controles rutinarios de la agencia.
De ahí surgió la iniciativa de crear el llamado "Protocolo Adicional" del Tratado de No Proliferación de armas nucleares (TNP), con el que los inspectores pueden visitar cualquier instalación nuclear prácticamente sin aviso previo.
El gran reto del director general de la agencia, Mohamed El Baradei, es lograr que todos los países adheridos al TNP ratifiquen ese protocolo, ya que sólo ese control parece poder garantizar el funcionamiento del régimen internacional de no proliferación.
En la actualidad hay 82 países en los que está vigente el protocolo adicional del TNP, entre ellos todos los miembros de la Unión Europea (UE) y China, aunque no Rusia y EEUU, las dos principales potencias nucleares del planeta.
Otro país que aún no ha ratificado es Irán, adherido al protocolo bajo presión internacional desde diciembre de 2003 y que permitió las inspecciones por sorpresa durante dos años.
Pero en febrero del año pasado Teherán decidió interrumpir esa cooperación voluntaria como reacción al ser denunciado ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que ha adoptado ya dos resoluciones con sanciones contra ese país.
Los expertos de la agencia entran y salen de Irán desde 2003 pero hasta ahora no han logrado determinar a ciencia cierta la naturaleza del complejo programa nuclear iraní, cuyas actividades fueron mantenidas en secreto durante 18 años.
De momento, los inspectores descartan que materiales y equipos nucleares registrados por la agencia hayan sido desviados para fines militares, aunque tampoco se ven en condiciones de hacer una evaluación definitiva sobre las actividades atómicas de Irán.
Distinto fue el caso de Libia, país árabe que en 2003 reconoció haber trabajado durante años en un programa nuclear militar con la ayuda del científico pakistaní Abdul Qadeer Khan.
El líder libio Muamar Gadafi abrió las puertas de su país a los expertos del OIEA para supervisar el desmantelamiento del programa nuclear militar.
Libia es considerado como un ejemplo de la lucha contra la proliferación nuclear, y le ha seguido este año Corea del Norte, que tras consternar al mundo en octubre de 2006 con un ensayo nuclear subterráneo, accedió en febrero pasado desmantelar su programa atómica a cambio de ayudas comerciales y energéticas.
Los expertos del OIEA se encuentran desde hace varias semanas en ese país asiático, donde verifican en la central de Yongbyon el cierre y el desmantelamiento de cinco instalaciones nucleares.
Tras resolver el caso norcoreano, la mayor preocupación del OIEA y de El Baradei, ganadores en conjunto del premio Nobel de la Paz en 2005, es ahora que las actividades nucleares de Irán impulsen una nueva carrera armamentista nuclear.
Y es que una treintena de países dispone de los conocimientos y materiales nucleares necesarios para fabricar armas atómicas.
Si Teherán se hace con armas nucleares, muchos expertos temen "efecto dominó", ya que otras potencias en Oriente Medio como Turquía, Arabia Saudí y Egipto se podrían ver obligadas a adquirir también esas armas, sin duda, la mayor pesadilla para El Baradei y sus inspectores.
Rodrigo González Fernández
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