Lo único que quiere Angela Merkel (CDU) con su moratoria es ganar tiempo. Y tranquilizar al electorado previamente a las importantes elecciones regionales, para las cuales su partido ya de por sí no va muy bien parado.
La canciller es perfectamente consciente de que en este país hay un gran número de contrarios a la energía atómica. Siempre calmó a los críticos argumentando que en Alemania, un país donde prima la alta tecnología, las centrales nucleares son seguras. Hasta ahora el Gobierno federal quería dejar funcionando las plantas más antiguas hasta haberles exprimido el último kilovatio de electricidad. "¿Y el riesgo residual? Con eso hay que vivir", era la respuesta lapidaria.
Uno de los primeros actos oficiales del actual Gobierno alemán fue salir de la salida nuclear, que habían resuelto antes socialdemócratas y Verdes. El gabinete de Merkel prolongó por varios años la duración de las diecisiete plantas nucleares alemanas, aún cuando varias de ellas están en funcionamiento desde los años 70.
Los cabilderos de la industria atómica aplaudieron esta decisión, ya que cada día más de conexión a la red eléctrica significa dinero para los gestores de las plantas nucleares. Las opiniones de científicos críticos, así como de ciudadanos preocupados por su salud y la de sus hijos, fueron subestimadas. Incidentes pequeños – pero no por ello poco peligrosos – ocurridos en centrales nucleares prácticamente no se comentaron públicamente.
Y eso que los peligros no son en absoluto producto de la imaginación, sino muy reales: ataques terroristas, caídas de aviones o apagones podrían provocar un accidente nuclear, que en la densamente poblada Alemania podría ser devastador.
¿Fue necesario que ocurriera una catástrofe como la de Japón para que aquí se vuelva a analizar la situación en detalle? Si todos los riesgos imaginables ya se conocían también antes lo suficientemente. Esto no es entonces más que una clara maniobra política. Al anunciar que posiblemente se desconecten uno o dos reactores viejos, el Gobierno federal quiere mostrar que tiene la situación bajo control. Esto es puro accionismo. Parece ser que, justo antes de las importantes elecciones regionales, Angela Merkel no quiere correr ningún riesgo residual.
Autora: Nina Werkhäuser / Valeria Risi
Editor: José Ospina
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Rodrigo González Fernández
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