''Farsa vergonzosa''
Los negocios atómicos y militares del presidente francés, Nicolas Sarkoyz, con Libia son objeto de ácidos comentarios.
El fin de la política de DD. HH.
TAGESZEITUNG, Berlín: "En caso de que la UE haya en algún momento aspirado a practicar una política de derechos humanos creíble, es hora de despedirse de ella. Pues el viaje a Libia del presidente francés, Sarkozy, y sus negocios atómicos y militares son la vergonzosa continuación de una farsa con el título "Los esposos Sarkozy salvan a las enfermeras búlgaras."
Mezcla de intereses
DIE WELT, Berlín: "Sarkozy quiere posicionarse como líder político europeo, incluso mundial. Sobre todo después del fulminante éxito de la canciller federal alemana Angela Merkel, el recién investido jefe de Estado ve que ello no es nada fácil. Por ello, Sarkozy recurre para perfilarse a todo lo que se le ofrezca. Pero con la mezcla de intereses nacionalistas, geoestratégicos y privados, Sarkozy no le hace bien ni a Francia, ni a la UE ni a la Unión del Mediterráneo."
Un hombre imprevisible
LE FIGARO, París: "Es necesario seguir siendo muy precavido. Libia continúa siendo una dictadura ( ) dominada por un hombre por lo menos imprevisible. Aunque estén en juego jugosos contratos, aún cuando Francia necesite uranio, que abunda en Libia y es muy escaso en otros lados, hay que reconocer, se quiera o no, que el agua marina pueda desalinizarse también sin energía atómica. Hay otras soluciones. Una planta termoeléctrica alcanza. En general se constata que el uso civil de la energía nuclear penetra en el sur del espacio mediterráneo, en Argelia, Marruecos y pronto en Egipto y Libia y despierta intranquilidad en esa región, crónicamente inestable.
Un mal regusto
LE MONDE, París: "Areva, la empresa número uno de la industria atómica francesa, necesita uranio. Qué casualidad: Libia lo tiene y además petróleo. El coronel Gaddafi puede ser además un importante interlocutor en relación con los conflictos que ahogan en sangre a África Oriental, sobre todo en Darfur. Gaddafi puede ser tanto una fuente de problemas ( ) como un mediador de paz. Todo ello habla a favor de estrechas relaciones con Libia, si ésta respeta mínimamente las reglas internacionales. Pero el apuro con el que opera el presidente de la República deja un mal regusto. El señor Sarkozy quería introducir la moral en las relaciones exteriores. El caso de Libia, por lo menos, es un ejemplo de lo contrario."
Rodrigo González Fernández
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