| ¿Chile nuclear? ¿REALIDAD ? | |||||||||||||
En momentos en que la utilización de energía núcleo-eléctrica está en el centro del debate en Chile, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mohamed El Baradei, visitó el país y se reunió a puertas cerradas con los ministros de Energía y Minería. "Estamos estudiando la forma de reforzar nuestra cooperación en varias áreas y analizando la posibilidad de que en Chile se desarrolle la energía nuclear", señaló El Baradei, quien no tuvo mayor contacto con la prensa. "Cualquiera sea la decisión que se tome, la vamos a apoyar", añadió. Si bien durante su campaña electoral, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se comprometió a no incorporar el uso de la energía atómica durante su gobierno, sí encargó un estudio para analizar la factibilidad de su aplicación en el futuro. Hace pocas semanas los resultados de la investigación se hicieron públicos.
Comisión Zanelli Diez profesionales de distintas especialidades asumieron la misión de asesorar al gobierno e identificar las oportunidades, ventajas, desafíos y riesgos del uso de la energía nuclear en el país.
Y agrega: "Una mayor autonomía en el abastecimiento energético se logra a través de la diversificación, donde jugarían un papel relevante las Energías Renovables No Convencionales, la energía nuclear y la eficiencia energética". Si bien el informe plantea que la energía atómica no se puede descartar, no dice que hay que implementarla, y sugiere realizar en los próximos años estudios enfocados en definir la viabilidad institucional, técnica y económica, y en dimensionar su impacto. "Una vez que se hayan realizado estos estudios, vamos a poder ver si es conveniente, si efectivamente somos capaces de llevar a cabo todos esos requerimientos para poder eventualmente contar con este tipo de energía de manera segura", afirmó el ministro de Energía, Marcelo Tokman. Informe de ambientalistas Paralelamente, los grupos ambientalistas le entregaron a Bachelet su propio informe, titulado: "La energía nuclear no tiene futuro", que hace un análisis a partir de la discusión que existe a nivel internacional.
"En una lógica de mercado, de competencia, de ver cuáles son las alternativas más económicas, lo nuclear no entra", dijo. "El problema de los desechos no se ha solucionado, las reservas de uranio no son infinitas, la tecnología es impopular y también hay factores geopolíticos complejos", explicó. Otras limitantes Larraín señala que en el caso de Chile, hay limitantes adicionales.
"Además, significaría una mayor dependencia tecnológica y más vulnerabilidad". Los grupos ambientalistas proponen avanzar en eficiencia energética, diversificar, e incorporar recursos renovables y nacionales. Proliferación pacífica Dos países latinoamericanos, Brasil y Argentina, ya utilizan la energía atómica con fines pacíficos.
A la vez, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dijo que seguirá el ejemplo de Argentina y Brasil. En conversación con BBC Mundo, Rodrigo Álvarez, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), señaló que hay que estar atentos a la proliferación pacífica, no sólo por el problema de los desechos radioactivos y los riesgos de accidentes, sino también por razones de equilibrio regional. "El Tratado de No Proliferación Nuclear dice que sí se puede desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, pero ése es el punto: hay muchos países que después derivan en la proliferación real (de armas)", dijo. El Baradei en Chile Durante su fugaz paso por Chile, Mohamed El Baradei dictó una conferencia sobre los principales retos que enfrenta el sistema de No Proliferación Nuclear.
"Una cosa es hablar del presente y otra del futuro. Yo puedo decir lo que el gobierno de un país está haciendo hoy pero no lo que va a hacer mañana", añadió. El Baradei señaló que hay "ocho o nueve" países que sustentan su seguridad en las armas nucleares y que, además, cobijan bajo esos arsenales a otros treinta. Según él, "todavía tenemos un sistema que representa al de la Edad Media, donde el que tiene el garrote más grande amedrenta a los otros para defender su seguridad". "Aún vivimos bajo la sombra de las armas nucleares. Tenemos un mundo que no toma en cuenta lo sagrado de la vida humana", concluyó. Tratado de No Proliferación El Tratado de No Proliferación Nuclear y Desarme (TNP) ha sido suscrito por 190 países y está próximo a cumplir 40 años. Según Rodrigo Álvarez, el TNP atraviesa una crisis y hay una gran incertidumbre. "Existe una tendencia al reinicio de un proceso que apunta al desarrollo y producción de nuevas y más destructivas armas nucleares, así como el aparente desafío de múltiples actores", afirmó. Mientras que en Chile el debate sobre la utilización de energía núcleo-eléctrica recién comienza, en otras partes del mundo no sólo se construyen más centrales atómicas sino también se potencian los arsenales. Según los analistas, el tema de la energía atómica permanecerá vigente por al menos 50 años, y frente al actual escenario se requiere poner atención y detectar los problemas a tiempo.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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El debate la conveniencia de incorporar la alternativa nuclear dentro de las tecnologías que no emiten CO2 como estrategia contra el cambio climático crece en la Unión Europea. Mientras algunos expertos la defienden, otros mantienen una firme oposición.
Se calcula que la construcción de una central de gas de unos 1.000 megavatios supone al menos 400 millones de dólares y un año de construcción. Una central nuclear de la misma potencia supone cinco años y entre 1.500 y 2.000 millones de dólares, es decir, hasta cinco veces más. Pero si su construcción se retrasa, por problemas técnicos o por la oposición popular, el presupuesto se dispara. Un ejemplo está en el reactor Sizewell B, la planta nuclear más moderna del Reino Unido, con una potencia de 1.200 megavatios. Se empezó a construir en 1987, tardó ocho años en ponerse en marcha y el presupuesto inicial de 3.300 millones de dólares se incrementó en más de una tercera parte. Cuando el Gobierno británico revisó el proyecto en 2002, calculó que si se incluían todos los costes, el precio de cada kilovatio/hora era de 6 céntimos de libra esterlina (9 céntimos de euro), es decir tres veces más que la electricidad generada por las centrales de gas, lo que repercute en la factura final del consumidor.