Sí a la energía nuclear
La problemática energética se ha convertido en un problema endémico que afecta las posibilidades de abastecimiento actual y, peor aun, condiciona la capacidad de crecimiento de nuestro país comprometiendo la radicación de inversiones en el mediano plazo.
Es un tema recurrente, como tantos otros en nuestra agenda nacional, que resurge cada vez que nos encontramos en un aprieto energético. Al revés del dicho, nos "acordamos de Santa Bárbara cuando no truena", y luego esperamos que venga la lluvia salvadora. Entretanto recurrimos a las restricciones de consumo energético, afectando la calidad de vida de nuestra población.
Los datos de la realidad son elocuentes. La matriz energética de nuestro país ha estado concentrada en las fuentes de energía hídrica, pero su capacidad de producción en nuestro territorio ha tocado su techo y es muy poco el adicional que puede obtenerse a través de nuevas represas.
Las fuentes alternativas de generación de energía, tales como la energía eólica o las que se producen a partir de la biomasa, son opciones que pueden proporcionarnos un alivio, pero en modo alguno son suficientes para resolver nuestras necesidades de mediano plazo.
Por otra parte, tenemos que optar por fuentes de energía que podamos controlar y que, por lo tanto, deben estar radicadas en nuestro territorio. Las opciones de inversión de nuestro país en iniciativas de generación de energía en otros países son de alto riesgo, puesto que apenas existan emergencias o necesidades en el país donde estas estén radicadas, es muy alto el riesgo de que se cierre el paso de la energía hacia nuestro país, aunque ello implique incumplir con pactos o acuerdos firmados. Hay ejemplos muy cercanos que nos deben llamar a la reflexión.
Así las cosas, se debe asumir que la opción por construir una central para la producción de energía nuclear en nuestro país es, de acuerdo a la opinión de nuestros técnicos y especialistas, la única alternativa que permite resolver nuestras necesidades de mediano y largo plazo.
Las fuentes de energía alternativa deben desarrollarse para producir un incremento de nuestra capacidad energética mientras se realizan todas las tareas tendientes a poner en funcionamiento nuestra central nuclear que, también de acuerdo a los informes técnicos, lleva unos cuantos años para su puesta en marcha.
A partir de los accidentes ocurridos en la década de los ochenta, en particular el caso de Chernobyl en la ex Unión Soviética, se produjo una fuerte corriente de opinión a escala mundial contraria a la instalación de estas centrales. En ese contexto, en nuestro país se aprobó una norma que prohíbe este tipo de emprendimiento.
Sin embargo, transcurridos veinte años desde aquellos acontecimientos es muchísimo lo que ha avanzado la tecnología y la seguridad de estas fuentes de energía de forma tal que hoy se han reproducido en países desarrollados que no tienen temor de construir numerosas plantas nucleares en su propioi territorio.
Los datos son elocuentes y nuestras necesidades también. Es imprescindible avanzar en la decisión política de construir una central nuclear en nuestro país y ello resulta de urgente consideración y decisión. También parece imprescindible que este proceso sea el resultado de un acuerdo político que involucre a todo el sistema político, porque se trata de un conjunto de decisiones estratégicas que en su ejecución y desarrollo, trascienden los tiempos de un período de gobierno.
En tal sentido, nos parece muy acertado que el Presidente de la República haya anunciado días atrás que convocará a todos los partidos políticos para avanzar en este tema. Se trata de una decisión de efectos trascendentes para el mediano y largo plazo de nuestras perspectivas de desarrollo nacional que requiere de un amplio consenso. Allí estaremos haciendo el aporte correspondiente para contribuir a un consenso que permita dotar al país de los instrumentos imprescindibles para nuestro desarrollo nacional y para la prosperidad de nuestra gente.
No es casual que desde el Partido Independiente hayamos definido este tema como una de las prioridades sobre las que presentaremos nuestras propuestas para la próxima campaña electoral.
Los datos de la realidad son elocuentes. La matriz energética de nuestro país ha estado concentrada en las fuentes de energía hídrica, pero su capacidad de producción en nuestro territorio ha tocado su techo y es muy poco el adicional que puede obtenerse a través de nuevas represas.
Las fuentes alternativas de generación de energía, tales como la energía eólica o las que se producen a partir de la biomasa, son opciones que pueden proporcionarnos un alivio, pero en modo alguno son suficientes para resolver nuestras necesidades de mediano plazo.
Por otra parte, tenemos que optar por fuentes de energía que podamos controlar y que, por lo tanto, deben estar radicadas en nuestro territorio. Las opciones de inversión de nuestro país en iniciativas de generación de energía en otros países son de alto riesgo, puesto que apenas existan emergencias o necesidades en el país donde estas estén radicadas, es muy alto el riesgo de que se cierre el paso de la energía hacia nuestro país, aunque ello implique incumplir con pactos o acuerdos firmados. Hay ejemplos muy cercanos que nos deben llamar a la reflexión.
Así las cosas, se debe asumir que la opción por construir una central para la producción de energía nuclear en nuestro país es, de acuerdo a la opinión de nuestros técnicos y especialistas, la única alternativa que permite resolver nuestras necesidades de mediano y largo plazo.
Las fuentes de energía alternativa deben desarrollarse para producir un incremento de nuestra capacidad energética mientras se realizan todas las tareas tendientes a poner en funcionamiento nuestra central nuclear que, también de acuerdo a los informes técnicos, lleva unos cuantos años para su puesta en marcha.
A partir de los accidentes ocurridos en la década de los ochenta, en particular el caso de Chernobyl en la ex Unión Soviética, se produjo una fuerte corriente de opinión a escala mundial contraria a la instalación de estas centrales. En ese contexto, en nuestro país se aprobó una norma que prohíbe este tipo de emprendimiento.
Sin embargo, transcurridos veinte años desde aquellos acontecimientos es muchísimo lo que ha avanzado la tecnología y la seguridad de estas fuentes de energía de forma tal que hoy se han reproducido en países desarrollados que no tienen temor de construir numerosas plantas nucleares en su propioi territorio.
Los datos son elocuentes y nuestras necesidades también. Es imprescindible avanzar en la decisión política de construir una central nuclear en nuestro país y ello resulta de urgente consideración y decisión. También parece imprescindible que este proceso sea el resultado de un acuerdo político que involucre a todo el sistema político, porque se trata de un conjunto de decisiones estratégicas que en su ejecución y desarrollo, trascienden los tiempos de un período de gobierno.
En tal sentido, nos parece muy acertado que el Presidente de la República haya anunciado días atrás que convocará a todos los partidos políticos para avanzar en este tema. Se trata de una decisión de efectos trascendentes para el mediano y largo plazo de nuestras perspectivas de desarrollo nacional que requiere de un amplio consenso. Allí estaremos haciendo el aporte correspondiente para contribuir a un consenso que permita dotar al país de los instrumentos imprescindibles para nuestro desarrollo nacional y para la prosperidad de nuestra gente.
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Saludos
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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Renato Sánchez 3586 of.10
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